Y finalizo con esta segunda entrega un resumen bastante general sobre la historia de los vascos en Cuba, basado en un escrito realizado por Renato García Eguzkiza.
La Guerra de 1936 originó un gran número de exiliados y Cuba fue un lugar de tránsito obligado. La afluencia de vascos nacionalistas chocó con comunidades de emigrantes con un escaso sentido nacional que mantenían en general una buena situación económica. Cuba no fue en este sentido una excepción y los vascos recién llegados mantuvieron difíciles relaciones con sus compatriotas asentados en la isla como lo refleja la correspondencia de Vicente Lejarcegui, quien escribía en noviembre de 1941 a un importante dirigente del PNV: “Los vascos no somos recibidos en Cuba nada bien a excepción de unos cuantos patriotas… el vasco de aquí, es casi con seguridad, el más egoísta y el más desprendido; si estuvierais aquí dos meses lo entenderíais perfectamente y a pesar de la ojeriza de los vascos residentes, no dejan de ver en nosotros cualidades que ellos han perdido”.
El Lehendakari Agirre realizó dos exitosos viajes políticos a Cuba, uno en 1942 y otro a inicio de los 50. Finalmente el obligado cambio generacional y de pensamiento de los vascos en Cuba no llegó a cristalizar pues la convulsa situación interna cubana condujo al triunfo de la Revolución en enero de 1959. En febrero de este año, Agirre declinaba reunirse, durante un breve paso por La Habana, con Fidel Castro, por recomendación de sus contactos vascos en la isla.
Con la Revolución cubana llegó el final de la emigración vasca hacia Cuba y la salida de una parte importante de la comunidad vasco-cubana así como la crisis de la Asociación Vasco-Navarra de Beneficencia, carente de relevo y continuidad.
A partir de mediados de los años 80 diversos hechos han posibilitado un cierto renacer de la presencia vasca, con una relación más directa con Euskal Herria. Un pequeño grupo de refugiados que reside permanentemente en Cuba, algo más de treinta empresas afincadas y con oficinas en la isla, matrimonios mixtos, proyectos de cooperación y solidaridad, han llevado a que la comunidad vasco-cubana se haya visto reforzada con algo menos de un centenar de vascos originarios que residen de manera estable o regular.
Al mismo tiempo la Asociación Vasco-Navarra está procediendo a su renovación en un intento por agrupar a estos nuevos vascos y reactivar la integración en la misma de cubanos descendientes, en un intento por recuperar una identidad que casi perdieron. Los resultados aún son discretos, la añorada Euskal Etxea de La Habana sigue siendo un sueño, pero las actividades desarrolladas, entre ellas, el Aberri Eguna por cuarto año consecutivo, hacen ver el futuro con ilusión y perspectiva.
El año que viene se conmemora el 500 aniversario de la fundación de La Habana y la huella dejada por los vascos en Cuba no se debe ni olvidar ni desaprovechar para dar a conocer Euskal Herria.
Deja una respuesta